miércoles, 3 de julio de 2013

Fanfic: ''El secreto de George'' 11

Capítulo 11: lo que sucedió el 23 de diciembre


-Y eres preciosa, y me encanta tu acento, me encantan tu pelo y tus ojos, y cómo me miras cuando me dices que me quieres, y tus besos... eres increíble.Me gustaría inmortalizar este momento, aquí y ahora, y me quedaría para siempre mirándote...

Me giré en la cama, preguntándome interiormente de dónde vendría esa preciosa voz que decía cosas tan bonitas, cuando sentí un beso, es decir, sentí que me besaban. Abrí los ojos sobresaltada y di un manotazo en el aire para apartar aquello que tuviera encima, fuera lo que fuera.

Obviamente, resultó ser mi novio, George.

-Ups, perdona si te he asustado-dijo mirándome sonriente, a mi lado en la cama- pero no he podido resistirme a besarte. Estás preciosa mientras duermes...

-¿Quién, yo?-reconozco que la pregunta no fue muy acertada, pero me acababa de despertar y estaba muy aturdida. Me dolía muchísimo la espalda, a pesar de que la cama era muy cómoda.

-Claro, Laura, ¿Quién va a ser?- Nos miramos durante un rato, en silencio, hasta que George me susurró- ¿Sabes? ahora entiendo a lo que los muggles se refieren con eso de ''ángel''... debe de ser algo parecido a ti.

-Oh, George-me sonrojé- no me digas esas cosas, no cuando estoy tan fea, en pijama y despeinada y...

-Estás perfecta. Me entran muchas ganas de besarte...-George me besó intensamente. Entre risas y cosquillas lo aparté un poco y me incorporé en la cama. Me dolía mucho la cabeza.

-George, cariño, respóndeme a algo, ¿Quieres?-intenté aclarar mis ideas- ¿Se puede saber qué hago en tu cuarto?

- Pues dormir, ¿No lo ves, dormilona mía?- George intentó hacerme cosquillas, pero lo esquivé y salí de la cama. Me quedé pensativa, de pie en medio de la alfombra.

- Sí, eso es evidente, pero...¿Cómo he llegado hasta aquí? recuerdo perfectamente haberme acostado en el cuarto de Ginny anoche, y entonces... a las 3 me levanté para ir al baño, y luego ¡Ay!- empecé a sentir punzadas de dolor en la cabeza, como si ese dolor me impidiera recordar. Casi parecía cosa de un hechizo. 
George me abrazó por la cintura y me acarició el pelo.


-No pasa nada, Laura. Anoche te levantaste para ir al baño, es verdad. Pero con el sueño que llevabas encima te confundiste de puerta, y en lugar de entrar al cuarto de Ginny, entraste al mío. Para no formar jaleo, te traje a mi cama y me dormí a tu lado.

-¿Y por qué no recuerdo nada de eso? ¿ Y por qué demonios me duele tanto la cabeza?

-A eso sí que no puedo responder yo. Quizá es que estás cansada- Me besó la frente cariñosamente.

-Supongo que será por eso... aunque tengo la maldita sensación de que olvido algo muy importante... En fin, ya me acordaré. Caramba-dije mientras besaba a George- he pasado la noche contigo y ni me he enterado...

- Estabas dormida... pero ahora- George me atrajo aún más hacia sí, besándome con pasión- estás despierta... y yo también lo estoy.

-Oh, George, no, para-dije, adivinando sus intenciones- no en casa de tus padres, no a pleno día, por favor.

-¿A pleno día? son sólo las 6 y media de la mañana, está amaneciendo- Me besó intensamente- y pronto mis hermanos y mi padre se irán al trabajo, y mi madre y mi hermana a comprar... y estaremos solos...- Geroge me desabrochó un botón del pijama, y luego otro, y otro más...

-No por favor, George, me da vergüenza...-me despegué de su lado.

-¿Por qué? si sólo estamos tú y yo...no lo pienses, déjate llevar, brujita mía...-George me atrajo hacia sí de nuevo. Supiré, rendida, reconociendo mi pequeña derrota, le abracé y me besó... y entonces...

Entonces, en mitad del beso, abrí los ojos como platos. Recordé todo, absolutamente todo lo que había pasado la noche anterior. En un segundo, todas la imágenes desfilaron por mi cabeza: Ron  y Hermione juntos en mi cuarto,  la discusión, el tenso momento en el que Ron agarró su varita... Y, por supuesto, el momento en el que me lanzó el hechizo desmaius, que sin duda, me había dejado débil y confusa hasta ese mismo momento. Sentí la rabia inflamarse dentro de mí, sentía que iba a estallar en cualquier momento, como una bomba. Con asco, aparté a George de mi lado. Lo miré enfurecida.

-¿Qué te pasa ahora, Laura?

-¡¡¡¡¡¡¡ROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOON!!!!!!!- chillé como una loca, esperando que aún estuviera en casa, que no se hubiera ido al trabajo y me oyera.

-Oh, no...te has acordado...

-¡Y TÚ! -señalé a George con un dedo acusador-¿CÓMO NO ME HAS DICHO NADA? TE HE PREGUNTADO QUÉ PASÓ ANOCHE ¡Y ME HAS MENTIDO!

-Sólo porque no quería que mataras a mi hermano. Escucha Laura, Ron es imbécil, y anoche nos lo demostró a todos de nuevo. Es impulsivo, no puede controlarse cuando se enfada, y te aseguro que no quería hacerte daño...

-EL DESMAIUS ES UN HECHIZO PODEROSO. SI NO SE USA BIEN PUEDE TENER EFECTOS IRREVERSIBLES EN LAS VÍCTIMAS, Y TU HERMANO ME HECHIZÓ TAN CAMPANTE. ¡Y ENCIMA TÚ LE CUBRES, INTENTAS DISTRAERME CON PALABRAS BONITAS Y BESOS EN LUGAR DE SER SINCERO!

-Laura, por favor, Ron se disculpará luego, supongo...

-NO, DE NINGUNA MANERA. ME VAN A OIR TODOS. ¡AHORA MISMO ADEMÁS! -me abroché los botones del pijama de nuevo, y decidida, abrí la puerta de cuarto de George y recorrí el pasillo para bajar las escaleras hasta la entrada, donde estaba toda la familia, como cada mañana.

-¡¡ROOOOOOOON!! ¡¡ROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOON!!

Todos estaban en la puerta. Ron y Hermione, con Percy y el señor Weasley ya tenían los maletines en las manos, listos para ir al trabajo. La señora Weasley y Ginny ya se estaban despidiendo. Todos me miraron sorprendidos al oírme gritar.

-¡Laura! ¿Qué te ocurre, hija? ¿No estabas durmiendo?- la señora Weasley parecía estar tan preocupada como extrañada.

-Mamá, déjala- George bajaba las escaleras detrás de mí, intentando poner paz- Laura, vuele arriba y descansa.

-¡TENGO QUE DECIRLE UNAS PALABRITAS A RON!

-Podemos...hablar luego, en privado-Ron parecía nervioso, aunque se esforzaba por ocultarlo.

-¿Pero qué ha pasado Laura? -La señora Weasley parecía un poco enfadada.

Juro que aún me arrepiento de lo que hice en ese momento, pero no pude evitarlo. Sin mediar palabra, pasé junto a la señora Weasly, me planté en frente de Ron y le crucé la cara de una bofetada.
Todos se me quedaron mirando. Ron abrió los ojos y la boca, y se frotó un poco la mejilla. Hermione, a su lado, parecía estar a punto de decirme algo, pero no lo hizo. George sólo acertó a murmurar:

-Menudo impulso. Eso es la sangre española...

-¿¡Se puede saber qué haces!?-logró gritarme Ron. Los demás se encontraban aún expectantes, como esperando mi respuesta.

-¡No, qué haces tú! ¿A quién se le ocurre hacer eso Ron? ¡POR DIOS, SOY TU CUÑADA! ¡PODRÍAS HABERME DEJADO INCONSCIENTE MUCHO MÁS DE UNA NOCHE! ¿ESTÁS LOCO O QUÉ TE PASA? Y tú...-me giré a Hermione con un tono peligrosamente bajo- Tú me has decepcionado Hermione. Creía que eras otro tipo de persona. Y vosotros dos lo mismo-señalé a Ginny y Harry, que bajaron la cabeza un poco avergonzados.

-¿¡Inconsciente!? ¿Quién ha dejado inconsciente a quién? ¿Qué ha pasado?- la señora Weasley se estaba poniendo cada vez más nerviosa.

-Desde luego, señora Weasley, no seré yo quién se lo diga. Tendrá que preguntarle a su hijo Ronald. Aunque no sé qué tipo de respuesta cabe esperar de una persona tan cobarde. Eres un indigno Gryffindor- con una mirada de desprecio, subí corriendo las escaleras. Nadie me siguió. en cuanto llegué arriba, me arrepentí de haber pegado a Ron sin mediar palabra y de haber dicho esas cosas. Pude oír la conversación que estaba teniendo lugar abajo:

-¿¡Alguien nos va a explicar a tu padre y a mí qué demonios está pasando!?-Por su tono, diría que la señora Weasley estaba a punto de pegarle a Ron, tal y como yo la había hecho minutos antes.

-Mamá, por favor, ahora no. George, enserio-Ron se dirigió a su hermano mayor- ¿No te dijimos que si despertaba la tenías que distraer?

-¡No me eches la culpa a mí cuando sabes perfectamente que el culpable eres tú! ¿Cómo has sido capaz de hacer eso, Ron?

-Venga, ahora no te enfades tú también. ¿Has visto la bofetada que me ha dado?

-Bien merecida. Le has hecho daño Ron. Está muy apenada y decepcionada con vosotros. Y también le has hecho daño físico.

-¿¡QUÉ!?-Gritaron el señor y la señora Weasley.

-¿Qué?-gritó Ron.

-Ella no lo sabe, pero le duele la espalda, y es porque tiene un cardenal enorme, Ron. Se lo hizo ayer al caer, se golpeó por tu culpa.

-Yo... George, ya hablamos ayer, sabes que yo no quería...

-Ron-el tono de George se endureció- Quiero que sepas que si no te estoy dando una paliza en este instante es por respeto a nuestros padres, y porque al fin y al cabo eres mi hermano. Pero quiero que sepas que también yo estoy enfadado, y que espero por tu bien que te disculpes con MI NOVIA. ¿Te queda claro?

-George, tienes razón, pero ahora debemos irnos al trabajo-Hermione hablaba bajito.

En ese momento la señora Weasley empezó a pedir explicaciones de nuevo. Mientras todos hablaban a la vez, me dirigí al cuarto de Ginny.  Hice aparecer un enorme espejo, y me quité la camisa de mi cálido pijama. Efectivamente, tal y como George había dicho, un enorme y oscuro cardenal atravesaba mi espalda en sentido vertical. Ese era el motivo de mi punzante dolor. De repente, me sentí muy triste con toda la situación, y , poniéndome el pijama y haciendo desaparecer el hechizo, me tiré a la cama a llorar en silencio.

''Bueno, al menos el 23 de diciembre no puede ir a peor'', pensé.

Sin embargo, no sabía lo equivocada que estaba. Porque el 23 de diciembre fue un día decisivo para la familia Weasley. Y la causante de todo fui yo.


* * * 

George estuvo conmigo toda la mañana, curándome la herida de la espalda. A mediodía, nada más llegar del trabajo, Harry, Ginny y Hermione se disculparon conmigo de mil formas distintas. Yo decidí perdonarles, al fin y al cabo no estaba tan enfadada con ellos como con Ron (Quien, por cierto, me evitaba, y se ponía nervioso si yo estaba cerca de él). La señora Weasley aún no sabía nada y no paraba de preguntarnos, pero a todos nos daba corte comentar el asunto y no respondíamos. El ambiente podría describirse como un poco tenso.

Sin embargo, a media tarde, Ginny y Harry nos sorprendieron con una visita. Tras acabar de comer habían salido de la Madriguera, y unas horas después volvieron.
Sentada en el sofá del salón, me sorprendió un poco verlos aparecer con un bebé en brazos.

-¡Pero bueno chicos! ¿Quién es este pequeñín?-Me acerqué a Ginny y acaricié el pelo al niño, que, con vergüenza, se abrazó fuertemente a ella.

-Es mi ahijado-Harry parecía orgulloso y muy encariñado con el niño- tiene dos añitos. Vamos lobito, dile tu nombre, ¡Ya sabes decirlo muy bien! Dile a Laura cómo te llamas, venga.

El rubio niño se incorporó, miró a Harry, y a continuación me miró a mí y murmuró ''Teddy''. Acto seguido volvió a esconder la cabeza entre los hombros de Ginny, quien se rió y lo abrazó.

-Hoy está avergonzado, pero normalmente es muy sociable. Nos encanta traérnoslo a casa, todos lo queremos mucho. ¡Ven Teddy, vamos a buscar a la tía Molly! ¿Dónde se habrá metido mi madre? ¿Estará alejando a los gnomos de las flores?- Ginny puso a Teddy en el suelo y lo cogió de la mano, y juntos salieron por la puerta del jardín trasero.

-Eeeeh... ¿al niño se le acaba de poner el pelo azul?- Miré a Harry extrañada, esperando que no fueran imaginaciones mías.

-Sí, le pasa prácticamente desde que nació. Es que su madre era una Metamorfomaga, ya sabes, podía cambiar su apariencia a su antojo, y creemos que ha heredado sus poderes... no sería tan bueno que heredara los de su padre...él era un hombre lobo.

-¿Por qué dices ''eran'' y no ''son?-pregunté, un poco apurada.

-Teddy tiene dos años, Laura. Nació unos meses antes de la Batalla final. Tanto Dora, su madre, como Remus, su padre...fallecieron, se sacrificaron por todos. Y no se lo merecían. Eran las mejores personas que jamás conocí, no sabes cuánto me ayudaron... Por eso aunque Teddy vive con su abuela me esfuerzo tanto por visitarle, y estar ahí siempre que me necesite. Quiero que sienta que tiene una familia, quiero evitar que se sienta solo. Quiero evitar que sienta lo que sentí yo durante once años de mi vida.

-Oh, Harry- abracé a mi cuñado, al héroe del mundo mágico que en el fondo no dejaba de ser un muchacho de 20 años que había pasado momentos muy difíciles en su vida- Nunca estaréis solos, ninguno de los dos, te lo aseguro. No sabes lo orgullosa que estoy de formar parte de esta enorme familia.

-Lo sé, Laura. Yo también estoy orgulloso- A Harry le brillaban sospechosamente sus ojos de esmeralda, y temí que se pusiera a llorar en cualquier momento.

-Anda, ve al jardín. Seguramente ya estén todos allí con Teddy. ¿Has visto  a George?

-No...prueba a ver si está en su cuarto. Y bajad rápido, a las 7 Teddy tiene que estar de vuelta en casa, esto solo es una rápida visita navideña- Harry sonrió y salió al jardín de atrás para reunirse con Ginny y el niño.

Sonreí y subí las escaleras hacia el pasillo donde estaba la habitación de George. La puerta estaba cerrada, pero podía oír a mi novio hablando solo. Me pregunté qué estaría haciendo, y riéndome, llamé a la puerta y la abrí.

Todo pasó rápidamente, tan rápidamente que me cuesta recordarlo. Había dos Georges en la habitación. Literalmente, había dos Georges en la habitación, y estaban manteniendo una conversación. Cuando abrí la puerta los dos me miraron y se quedaron inmóviles. Yo grité, entre sorprendida y un poco asustada.
En ese momento la señora Weasley, que venía por el pasillo con un cesto lleno de ropa para lavar, me preguntó qué ocurría. Se acercó para hablar más conmigo y no puedo evitar ver la escena que se desarrollaba en la habitación de George.
Los tres se miraron. La señor Weasley abrió los ojos y la boca. Los Georges susurraron ''No, mamá, yo...'' Y la señora Weasley dejó caer la cesta al suelo. Lo que dijo a continuación me confundió:

-Fred...

-¿Fred?-pregunté- ¿Quién es Fred?

La señora Weasley se puso a llorar y, gritando, se encerró en su cuarto con un gran portazo. George hizo desaparecer a su doble y corrió a entrar al cuarto de sus padres. Los seguí confundida, pero ambos ignoraban completamente mi presencia.
George abrazaba a su madre, sentada en la cama con la cara enterrada entre las manos, y le hablaba pausadamente, como para calmarla:

-Mamá, lo siento muchísimo, no ha sido culpa mía... mira-George sacó de su bolsillo unas extrañas pildoritas bicolores- Se llaman ''Píldoras del doble'' y sirven para duplicarse sin tener que preparar una poción...son mi nuevo producto de la tienda, las estaba probando, y hablaba para ver si funcionaba bien... Mamá, mírame por favor, lo siento, no quería hacerte llorar...Mamá...

-George, déjame sola por favor...

-No, mamá, mírame por favor, no pienso irme. Mamá te lo ruego, tienes que ser fuerte, estas cosas no pueden afectarte tanto-Grandes lágrimas comenzaron a desfilar por las mejillas de George, que parecía indefenso y Débil.

-George, no quiero herirte, no quiero decirte algo de lo que luego me arrepienta.Fuera de aquí.

-Pero mamá...

-¡ FUERA DE AQUÍ! ¡DÉJAME SOLA!

El señor Weasley entró en la habitación en ese momento. Pasó junto a mí mirándome severamente, y me pidió por favor que saliera. La puerta se cerró y padres e hijo comenzaron a hablar. La casa estaba silenciosa (todos estaban en el jardín) y yo me sentí muy sola y sobre todo, muy confundida. ¿Qué acababa de pasar? ¿Por qué ese ataque de histeria de la señora Weasley? y sobre todo ¿Quién demonios era Fred? ¿Habría sido sólo una equivocación, un nombre dicho al azar sin importancia? estaba segura de que no.
Tras la puerta y a medida que pasaba el tiempo, los gritos aumentaban. No podía distinguir ninguna palabra con claridad, pero era evidente que la señora Weasley seguía llorando mientras el señor Weasley y George discutían cada vez más acaloradamente.
Finalmente,casi dos horas después, mi novio salió dando un gran portazo. Me miró dolido.

-¿Por qué has tenido que gritar, Laura? Si no hubieras hecho ruido nada de esto habría pasado...

-Yo...-el corazón se me paró. Me sentí terriblemente culpable- Me sorprendí al entrar...

-¿ Y por qué has tenido que entrar? ¿Acaso no sabes llamar a la puerta?

-¡Llamé! y me contestaste...

-¡No hablaba contigo, ni siquiera oí la puerta! hablaba con...

-¿Con Fred, George?- Él me miró aún más dolido, aún más ofendido- ¿Por qué tu madre pronunció ese nombre? ¿No crees que debes darme ciertas explicaciones?

-Se acabó-George me agarró del brazo y me arrastró condigo escaleras abajo- No aguanto más. Vámonos.

-¿Qué? ¿Adónde vamos? No podemos irnos, George, mis cosas...

-Ahora nada de eso importa ya, ¿Es que no te das cuenta de lo que has hecho?

-¡YO NO HE HECHO NADA! ¡SUÉLTAME GEORGE, ESTÁS LOCO!

-¡NO TIENES NI IDEA DE LO QUE HAS DESENCADENADO!

Y sin mediar una palabra más, George me llevó al jardín delantero, silencioso y cubierto por la nieve, y realizó una desaparición conjunta con su varita. Lo pasé francamente mal, ya que intenté forcejear durante el hechizo y casi acabo asfixiada (en una desaparición es importante mantener la calma y estarse quieto) y en cuanto noté de nuevo suelo bajo mis pies me arrodillé respirando agotada. George se quedó a mi lado hasta que estuve bien, y en cuanto me levanté me miró severo de nuevo:

-Lo siento Laura, pero ahora mismo no puedo estar con nadie.

-¿Qué ha pasado George?-las lágrimas se arremolinaban en mis ojos, y empezaban a luchar por ver cuál caía primero- ¿Tan grave ha sido el asunto? ¿Dónde estamos?

-No puedo ni quiero dar explicaciones ahora, Laura. Adiós- George alzó la varita para desaparecerse-llama a la puerta o no te abrirá.

-¡GEORGE ESPERA! NO TE VAYAS POR FAVOR...no me dejes-la última frase la susurré llorando. Mi novio me había sacado de su casa el día antes de nochebuena, cuando ya era de noche, y me había dejado sola, sin maletas, ropa, comida o dinero (ni mi mascota siquiera. sólo llevaba mi varita en el bolsillo) en...en...¿En dónde?

-¿El edificio de Kelly?-Me daba un poco de palo hablar sola, pero efectivamente, estaba en el pasillo de la cuarta planta del edificio de apartamentos de Kelly, frente a su puerta. Llorando en silencio llamé un par de veces, cabizbaja, dispuesta a tirarme a los brazos de mi mejor amiga en cuanto me abriera y poder contarle mis penas para que me ayudara y me ofreciera consuelo por fin.

-Kelly... no te lo vas a creer...George ha..

-¿Laura? Eres Laura ¿no?, ¡Cuánto tiempo! oye, ¿Por qué lloras?

Miré hacia arriba. No era Kelly Kearny quien me había abierto la puerta.

Era Dan Andrews. Y llevaba puesto sólamente un albornoz.


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