sábado, 17 de noviembre de 2012

Fanfic: ''El secreto de George'' 5

Capítulo 5: El patronus desaparecido


-¡¡STRAWBERRY, CÁLLATE!! ¡¡DÉJAME PENSAR O A ESTE PASO NO VOLVEREMOS NUNCA!!-chillé deseperada.

El día había comenzado muy bien. Era un domingo soleado, aunque frío, había tomado un delicioso desayuno en la mesa de Gryffindor con Kelly y los demás, y tras haber apuntado en un papel el tipo de chocolate que más le gustaba a cada uno (ya que quería traerles un regalito de Honeydukes) cogí mi bolso y a Strawberry y salí de los jardines del castillo rumbo al pequeño pueblecito de Hogsmeade.

La mañana se había desarrollado con normalidad. Estaba maravillada de ver lo precioso que era el pueblo, todo de piedra y madera, con muchos jardines en flor y pequeñas tiendecitas. Era, en resumen, un lugar en el que se respiraba magia, y gracias al mapa del profesor Flitwick pude llegar a la librería y recoger los pesados libros sin problemas. Un rato antes de la hora de comer ya había acabado mis compras y mi estupendo paseo por la calle principal cuando decidí volver al castillo. Strawberry no paraba de chillar, a pesar de que le había dado sus aperitivos favoritos, y entre eso y que algunos callejones no venían señalados en el mapa del profesor, acabé perdiéndome. Sólo alguien tan torpe como yo podría haberse perdido en un pueblo tan pequeño, y tras media hora de dar vueltas por callecitas pintorescas que no iban a ningún lado, llegué a una plaza pequeña con banquitos y árboles en la que había más tiendas. Harta, me paré a descansar en  un banco de la placita, e intenté calmar inútilmente a Strawberry, cuando me fijé en que en un extremo de la plaza había uno de esos postes con carteles que indican direcciones. Muy contenta, me acerqué y lo leí atentamente, y seguí la dirección que indicaba el cartel de ''Avenida Principal''.
Tras unos minutos, llegué por fin a la enorme calle.Era la misma en la que había estado toda la mañana, solo que no la había recorrido entera, y ahora paseaba por el extremo sur,que no había visto una hora antes. Miré un poco frustrada el viejo mapa del profesor, y comprendí que lo que había hecho era dar una vuelta enorme alrededor del pueblo.
Resignada a llegar tarde a la hora de comer, me decidí a volver por fin a Hogwarts cuando un ligero resplandor naranja atrajo mi atención.Giré la cabeza y vi ante mí el escaparate vacío de una tienda.Pero no un escaparate cualquiera, y no una tienda cualquiera.

El rótulo rezaba:''Sortilegios Weasley.Hogsmeade''

Pestañée varias veces, principalmente porque no me lo creía. No era posible que estuviera viendo el rótulo naranja de la tienda del chico con el que estaba obsesionada.No era posible que tuviera una tienda en Hogsmeade, me había vuelto loca definitivamente.Me quedé mirando unos segundos el escaparate vacío, cuando una cabeza pelirroja apareció detrás del cristal. George Weasley apuntaba cosas en una pequeña libreta con cara de concentración. Tras unos segundos se apartó del escaparate.
La inyección de adrenalina y alegría que recibió mi cuerpo fue tan grande que, sin pensarlo dos veces, corrí hacia la puerta, la abrí de un empujón y en cuanto entré grité muy sonriente:

-¡George!¡Hola, me alegro de verte!

Estaba apoyado en el mostrador, escribiendo en su libreta. La tienda estaba revuelta, llena de cajas y paquetes, y con mucho polvo en las estanterías.Cuando oyó mi grito, levantó la cabeza y me miró sorprendido.

-Vaya, lo...lo siento, pero como puedes ver la tienda no está abierta aún...si quieres comprar algo tendrás que esperar o ir al callejón Diagón...- me dijo, ligeramente apurado.

Y entonces caí en la cuenta. Habían pasado casi dos meses desde la primera y última vez que nos vimos, en su tienda, en su famosísima tienda que siempre estaba abarrotada de clientes...George Weasley no se acordaba de mí. No tenía ni idea de quién era la loca que acababa de saludarlo como si fueran súper amigos.Tal fue la vergüenza que me entró que estuve a punto de echarme a llorar.

-Yo...yo...-balbuceé inútilmente, intentando no quedar peor de lo que ya lo había hecho.Pero no se me ocurría ninguna excusa ingeniosa. De repente, George me miró con curiosidad y murmuró:

-Oye...tu cara me suena de algo. Dime, ¿Nos hemos visto antes?

Un rayo de luz esperanzadora atravesó el negro cielo de mi desesperación al oírle pronunciar esas palabras. Le sonaba mi cara. No todo estaba perdido.

-¡Sí!- contesté impaciente por aclarar el asunto- Me llamo Laura, y soy amiga de Kelly.

-¿Kelly?

-Sí, Kelly, Kelly Kearny, ya sabes...sus padres tienen una tienda de souvenirs en el callejón Diagón.

-¡Ah, los Kearny! ¿Kelly es la morena de los ojos celestes?

-¡Sí, justo esa! Hace unos meses fuimos a tu tienda y me compré un micropuff.-Entonces, en ese mismo momento se me ocurrió una excusa genial para salir del paso- He decidido entrar cuando te he visto porque mi micropuff no para de chillar desde hace unos días. Le doy de comer, juego con ella y la lavo, pero estoy empezando a preocuparme.-Saqué a Strawberry de mi bolsillo, y sosteniéndola entre las manos, se la mostré a George, quien la recogió suavemente.

-Externamente parece que se encuentra bien...permíteme examinarla un segundo-sacó su varita del bolsillo, pronunció un hechizo que yo nunca había oído y una pequeña  luz roja se posó sobre mi micropuff y recorrió su redondo cuerpecito durante unos segundos, tras los cuales George sonrió, guardó su varita y me devolvió a Strawberry diciendo:

-Ya sé lo que tiene tu Micropuff, nada más y nada menos que un empacho. Me parece que le has dado demasiados dulces para comer, y ahora le duele el estómago, por eso chilla y está tan incómoda.

-Oh,no, Strawberry...-me sentía avergonzadísima- pobrecita, y yo cebándote aún más...soy una cuidadora horrible.

-No te preocupes, la indigestión y el empacho son las enfermedades más comunes que sufren los micropuffs, le pasa a muchos-hizo aparecer en sus manos un pequeño tarrito de cristal que contenía un líquido azul zafiro-dale 2 gotitas de esto cada mañana, olvídate de los aperitivos por un tiempo y en 4 o 5 días estará como nueva.

-¡Gracias, George, me has ayudado mucho!-dije mientras sacaba el monedero, le pagaba el tarrito y guardaba a Strawberry en mi cálido bolsillo- así que... te has trasladado a Hogsmeade por lo que veo...

-Bueno, hemos ampliado el negocio.Hace un año y medio le compramos el local al señor Zonko, el anterior dueño, pero no pudimos abrir por todo lo que pasó después...Así que ahora que casi todo ha vuelto a la normalidad he pensado en limpiar bien el local y abrir al público. Hogwarts está aquí al lado, así que los chicos podrán comprar cuando vengan de excursión...

-Claro, claro, es genial-dije, aunque no me había enterado de la mitad, tan pendiente como estaba de su sonrisa, sus ojos, su pelo...simplemente estaba eufórica por hablar con George Weasley-Bueno, se me está haciendo tarde, no voy a llegar a tiempo al gran comedor...¿ Te veré por Hogsmeade a menudo?- y tal como formulé la pregunta deseé morir allí mismo. ¡Qué vergüenza! George iba a pensar que era una psicópata.Pero en lugar de eso se rió alegre e irresistiblemente:

-Sí, voy a estar mucho por aquí, limpiando y ordenando todo, y cuando abra atenderé a los clientes...estaría genial que me hicieras publicidad en el castillo, aunque por ahora sólo vendré los fines de semana a limpiar-me guiñó un ojo y tuve que luchar conmigo misma para no lanzarme a sus brazos en ese instante.

-Cla...claro, tendrás esa publicidad, te lo aseguro. Los alumnos se pondrán muy contentos, aunque creo que el señor Filch no tanto-dije, intentando parecer ingeniosa-En fin, ha sido genial hablar contigo, George, pero he de irme. ¡Hasta luego!

-Lo mismo digo. Hasta pronto, Laura- George se giró hacia una de las cajas que tenía a medio abrir y empezó a sacar cachivaches y objetos de la tienda.Sonriente, tiré de la puerta, salí de la tienda y empecé a caminar rumbo a Hogwarts.
No llevaba ni  30 pasos dados cuando George salió corriendo de la tienda y me llamó:

-¡LAURA! ¡Espera, por favor! ¿Crees que podrías ayudarme?-dijo mientras se acercaba a mí, con aires de gran nerviosismo.

-Yo...bueno, depende de lo que sea, George, la verdad es que llego bastante tarde, y...

-Por favor, sólo será un minuto, y es algo sencillo y muy importante para mí. ¿Crees que podrás hacerme el favor?

-Claro-dije.
''Claro, si me miras con esos ojazos marrones que tienes...''-pensé, aunque eso no lo dije.

Así que volvimos de nuevo a la tienda. En cuanto entré, George sacó de una de las cajas un pequeño tarrito con algo blanco dentro. lo inspeccionó unos cuantos segundos, tras los cuales me dijo muy serio:

-Gracias por hacerme este favor, Laura. ¿Crees que podrías convocar a tu patronus? 

-¿Mi...patronus?-no entendía nada.¿Qué tenía que ver mi patronus en todo aquello?-¿Por qué?

-Supongo que es lógico que lo preguntes, y supongo que es justo que te dé una explicación. Verás, hace más o menos un año y medio, uno de mis hermanos y yo inventamos algo fantástico, un producto que sin duda nos ayudaría en la guerra contra Voldemort. Desgraciadamente, el caos se desató mucho antes de lo que esperábamos, y nunca pudimos probarlo para ver si funcionaba y comercializarlo. Ese producto está en este pequeño tarrito, y lo acabo de encontrar entre las cajas, así que me gustaría probarlo, aunque sólo sea para saber si habría funcionado en su momento.

-Pero ¿Qué es?-pregunté muy curiosa.

-¿Sabes lo que es el polvo de oscuridad peruano? también lo vendemos aquí, básicamente es un polvo que crea oscuridad-asentí con la cabeza-bien, pues nosotros conseguimos inventar su contrario ..esto es polvo de luz, y aplicado sobre un patronus, puede intensificar su brillo durante uno o dos minutos.

-Y eso es útil porque...-dije, sin seguir del todo el hilo de los pensamientos del guapo pelirrojo que me miraba tristemente.

-Claro, tú no lo comprendes porque seguramente nunca has visto a un dementor...Y deseo que no lo veas jamás, créeme. Hay que ser muy fuerte y tener mucho autocontrol como para pensar en cosas alegres mientras esos demonios te roban el alma poco a poco. En una situación crítica, es muy útil disponer de algo que ayude a tu patronus a brillar y así ahuyentar a los dementores. Y ahora que te he explicado todo esto, ¿Podrías convocar a tu patronus?

-Ya, seguro- dije burlonamente, intentando animarle- ¿Y por qué no convocas tú al tuyo, eh, listo? Seguro que es alguna especie de polvo picante que me hará estornudar, o flotar o algo así, tramposillo.

Jamás me habían mirado tan seria y tristemente. George musitó:

-No convoco a mi patronus porque no tengo patronus.

-¿Qué?-dije conmocionada. No me lo podía creer, no podía creer que la hubiera pifiado tanto con mi comentario- ¿Cómo no vas a tener patronus, George? vamos, hombre, todo mago tiene su patronus, no podrías haber aprobado los TIMOS sin saber convocar un Patronus...

-Creo que no lo has entendido-George cada vez hablaba más tristemente- yo tenía un patronus, lo tuve en su día, pero...bueno, se fue, y estoy completamente seguro de que no va a volver. Y no me gustaría seguir hablando del tema, así que, si no vas a hacerme el favor...

-No, no, perdona, soy una estúpida. Allá voy- y  aunque me sentía mal por George, intenté concentrarme en recordar la alegría que sentí el día que me llegó la carta de la beca en Hogwarts, saqué mi varita y dije: ¡Expecto Patronum!

Una fina niebla plateada comenzó a salir de mi varita, y lentamente fue tomando forma, hasta que un enorme, majestuoso y precioso caballo apareció flotando a mi lado. George sonrió, aunque muy levemente:

-Un caballo...es un animal majestuoso, noble y muy bonito. Creo que te pega mucho.-Me sonrojé violentamente, y el caballo tembló un poco-No te pongas nerviosa, que entonces el patronus se va y no puedo probar mi producto-Parecía un poco más animado.

George destapó el tarro, cogió un puñadito del polvo de luz y lo sopló lentamente sobre mi caballo. Al principio no ocurrió nada, pero poco a poco el brillo de mi patronus fue intensificándose. Mi caballo estaba precioso, parecía una estrella, brillando con luz propia. Y george estaba muy satisfecho.

-Muchas gracias, Laura, ahora me consuelo pensando que si alguna vez nos hace falta podré fabricar más. Ya puedes hacer desaparecer a tu patronus. El efecto debería pasar en unos minutos, así que la próxima vez que lo invoques será normal de nuevo.

-No es nada, George, me alegro de haber podido ayudarte. Si puedo ayudarte en algo más...

-No hace falta, gracias. Mejor vete, creo que vas un poco tarde para la comida.

-¡Madre mía, es verdad! ¡Hasta pronto, George!

Y dejándole allí, sonriendo, corrí como alma que lleva el diablo hasta que llegué a Hogwarts. Irrumpí en el comedor en mitad del almuerzo, con el abrigo, la bufanda, las bolsas con las cosas que había comprado y Strawberry en el bolsillo.

-¡Señorita Martínez! ¿Pero qué horas y que forma de llegar son estas?-Dijo la directora escandalizada, mientras los alumnos se giraban a mirarme entre risas.

-Lo siento, directora McGonagall, no se volverá a repetir.

Me senté junto a Kelly en la mesa de Gryffindor, y mientras me servía filete y puré, ésta me preguntó:

-¿Qué, cómo ha ido la mañana? ¿Qué te ha parecido Hogsmeade?

-Sin lugar a dudas, Kelly, puedo decir que Hogsmeade el el lugar más mágico y romántico el mundo-dije sonriendo pícaramente.

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